Las denominadas cafeteras de émbolo o francesas fueron desarrolladas en 1800, por lo tanto, estamos hablando de una forma de preparar el café bastante antiguo pero no por ello, menos eficiente. De hecho, actualmente este tipo de cafeteras gozan de una especial popularidad porque nos permiten preparar un buen café rápidamente y sin complicaciones ni molestias; solo tenemos que tener la precaución de elegir un buen café con una molienda adecuada. Las ventajas de estos modelos son claras: no precisan de conexiones a la red eléctrica ya que tan solo vamos a necesitar agua caliente, su mantenimiento es prácticamente nulo y su limpieza se realiza en poco tiempo, por otro lado, lo fabricantes ofrecen atractivos y elegantes modelos si bien el mecanismo interno no ha variado a lo largo de los años: el émbolo y el filtro metálico. El café se coloca en el interior del cuerpo cilíndrico de la cafetera para después verter el agua hirviendo para que repose de dos a siete minutos según nuestros gustos e intensidad deseada. Para ello, empujamos lentamente el émbolo para arrastrar los posos de café hacia abajo; es aconsejable servir el café rápidamente para evitar el sabor amargo.
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