Este viernes empieza la Eurocopa. Pocas cosas hay en este país que unan tanto a la gente como el deporte, y en especial el fútbol. Incluso los más acérrimos detractores del balón pie tienen que reconocer que al margen de las distintas opiniones sociales, políticas y culturales, los partidos de la selección unen en una misma ilusión a todo tipo de gente. Durante el tiempo que dura un partido nos olvidamos de todo lo demás, incluso estando en el trabajo lo puedes seguir desde la radio y si no tienes una a mano sabrás como va gracias a los gritos de la gente cada vez que hay un gol.
Y es que la mejor liga del mundo tiene a sus jugadores demostrando si realmente son buenos o es todo una fachada de fichajes de estrellas del extranjero: el poder del dinero. Estos últimos años hemos demostrado que no es así, que realmente somos muy buenos y que muchos de los jugadores que integran esta selección con nombres nuevos y jóvenes edades son capaces de llegar hasta donde creíamos que era imposible.
Los más veteranos recordarán los tiempos de una selección cerrada, donde unos nombres eran titulares indiscutibles año tras año. Así nos fue. Cuando por primera vez contamos con una selección renovada nadie daba un euro por ella «no pasamos ni a octavos», pues ganamos la Eurocopa. Y con esa copa nos quitamos de encima décadas de infravaloración muy arraigada. Todavía recuerdo como los locutores de televisión estaban «aterrados» viendo calentar en el campo a la selección Alemana, con sus estrellas en las camisetas: habíamos llegado a la final, pero había que ganarla y Alemania pesaba mucho, pero ganamos: con un gol de diferencia, pero ganamos. Las grandes finales se ganan así, con uno o dos goles y sino, a penaltis.
Son muchos los jugadores que ya no están. Eran muy buenos, los mejores. Pero tuvieron el valor de dejarlo cuando consideraron oportuno. Nadie sabe lo que nos espera esta Eurocopa, tal vez nos volvamos a la primera de cambio o tal vez lleguemos a la final. Pero tanto si pasa una cosa como la otra, estaremos ahí viéndolo hasta el final, y una cosa es segura: sufriremos.
Sufriremos con cada tiro a puerta, con cada fallo y con cada acierto que casi fué tanto, pero todo sea por esa sensación de subidón de adrenalina y endorfinas cuando llega el gol y (Dios lo quiera, si es a partir de octavos) nos lanzamos dando saltos abrazando a amigos y enemigos o tirándonos por los suelos con los brazos extendidos.
Vamos a necesitar una camiseta que transpire, que transpire bien, amigos. Son 40€. En un bazar puedes encontrar 50.000 de imitación, pero esta es la oficial. En Adidas son clavarán 85€, en Rakuten 76,05€, en Zalando y Yodetiendas casi 72€ y en Decathlon 59,99€. En Amazon la tenemos disponible por 40€ en las tallas S, M, L y XL.
Porque la selección no son solo 12 jugadores, es un país entero (con sus diferencias y cosas, pero bueno) y este es el símbolo estos días de 46, 77 millones de personas que comparten una misma ilusión.
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Os dejamos con un hombre que siempre mantuvo la fe y vive para contarlo.