Hubo un tiempo no muy lejano en que asociabamos la calidad de los equipos de música por su tamaño: cuanto mayor era este, mayor calidad se le atribuía. Sobre todo si cada elemento de equipo iba por separado: el amplificador, la radio, los ecualizadores, pletinas de cassetes, grandes altavoces y plato de vinilos. Todo ello junto formaba un equipo gigante al que llamábamos «torre» no sin razón.
Ahora con el desarrollo de la tecnología es todo lo contrario: nuestros dispositivos deben ser lo más pequeños posibles, disponer de la mayor capacidad de almacenamiento posible y los altavoces, en caso de que queramos prescindir de cascos, deben poder llevarse a todas partes.
Y todo esto sin duda ha sido para mejor, no solo por la inmensa comodidad sino por los precios por los que los adquirimos: en los tiempos de los equipos compactos de música, el más simple y vulgar podía costar unos 500€ al cambio de moneda.
Pero desde hace unos años ha vuelto la fiebre por los vinilos: no es una revolución tecnológica, siguen siendo igual de molestos que en su día, pero la diferencia en la experiencia de sonido es diferente. Esto al principio se atribuía a algunos que no querían reconocer la revolución de la era digital y el CD. Pero lo cierto es que desde el principio los más dotados de oído notamos la diferencia. ¿Cual?, en el CD disponíamos de un sonido perfecto…si…demasiado perfecto, casi envasado. Pero lo más significativo lo encontramos en su calidad: no sabíamos como expresarlo pero en la reproducción de un vinilo la música sonaba más «viva» sin llegar por supuesto a una reproducción en directo pero la sensación era de un sonido más natural y poderoso. Por supuesto, dependía también de que fuéramos los afortunados propietarios de un buen equipo (los de por partes) con un buen plato, un potente ampli y unos buenos altavoces de caja de madera.
Podemos pensar que la vuelta del vinilo se debe al éxito de los artículos con una estética vintage, pero ahora sabemos que lejos de romanticismos de la abuela, los vinilos pese a la incomodidad que supone su uso, tiene unas ventajas sobre el sonido digital: Al contrario de los que sucede con los cd´s y sucedáneos, el vinilo si es capaz de almacenar toda la información sonora durante la grabación, es decir registra todos los armónicos, no como sucede con los sistemas de almacenamiento digitales: al final resulta que el sonido del vinilo si es una reproducción fiel y de ahí su sonido más «vivo».
Una buena cápsula fonocaptadora puede extender ampliamente la repuesta de frecuencia que en un principio no somos capaces de escuchar, pero si que percibimos. Por eso eramos capaces de notar que el sonido del vinilo era mejor, pero no sabíamos decir porqué.
El insoportable ruido de fondo del rozamiento de la aguja que tanto nos molestaba añadía un componente armónico que dotaba al sonido de un mayor «empaque» y calidez a la reproducción. Además este sistema de reproducción totalmente analógico no sufre de jitter: una modificación de la frecuencia, la amplitud y fase de la señal provocada por la desviación de reloj en los dispositivos digitales.
Todo esto demuestra que los que encontraban diferencias entre un sistema y otro no estaban locos y tenían razón. Ahora, es verdad que el culto a lo antiguo a despertado la pasión de los vinilos, pero es de justicia resaltar que aun reconociendo que es un sistema engorroso para escuchar música la calidad es mayor.
Debemos resaltar por último que los aficionados a vinilos nos percatamos en su día (principios de los 90, cuando ya teniendo los días contados, aún era el sistema que más ventas tenía) que la producción de estos había bajado en relación a su calidad, es decir: un buen vinilo debe tener una buena capa de grosor como se hacia desde al principio hasta los años que os decimos donde se empezaron a fabricar vinilos tan finos que su simple caída al suelo hacia que se partieran por la mitad, esto no pasaba con los fabricados en lo 80,70 y 60. El grosor influye directamente en la calidad de sonido y es un dato muy a tener en cuenta a la hora de adquirir uno, si dispones por casa de uno fabricado en las fechas anteriormente indicadas y uno de los años 86/90 basta con que lo sostengas con los dedos por los lados y los agites un poco para percibir esta diferencia en el grosor. Es de esperar que los fabricantes actuales, dado el precio que tiene los nuevos vinilos, tengan este importante factor en cuenta, que para eso los pagamos.
Si ya no dispones de plato y ampli para reproducir vinilos y estás pensando en comprarte uno sin que por ello tengas que renunciar a los avances de la tecnología digital, este sistema de audio Roadstar te puede interesar: dado que quieres volver a los tiempos del vinilo que mejor manera de hacerlo que con un reproductor cuya estética recuerda a los antiguos tocadiscos de los 60 con todas las opciones que puedas esperar hoy en día: bluetooth y puerto USB para la conexión de dispositivos, reproductor de cassetes, plato gira discos, radio y CD
Dispone de función encoding lo que nos permite la conversión de vinilos o cassetes en formato MP3, un pecado, pero que en más de un momento nos puede resultar de utilidad. También puedes conectarle tu ipod o mp3 para escuchar tus pistas desde el sistema.
Pero solo tiene una pega, y es que lleva los altavoces integrados lo que está muy bien, pero hombre…¡¡¿donde está una conexión auxiliar para altavoces externos?!!.
Quitando este detalle, se trata de un excelente aparato que ya solo por su bonito diseño y gran funcionalidad se merece un espacio en nuestros hogares, y sino tienes la pasta para hacerte con la soñada jukeboxde de bar con la que todos soñamos, esta es una muy buena opción.
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